“La paz es posible”
Este texto, que a continuación comentaremos, es de tipo histórico circunstancial, se trata de un fragmento de un discurso dado por el político socialista francés Jean Jaurès, en Lyon, el 23 de julio de 1914.
Comienza explicando de forma metafórica como los países europeos, que participarían posteriormente en la Gran Guerra, iban formando su propia revolución, simbolizando la destrucción y la futura guerra.
Continúa añadiendo y criticando a algunos de los países que contribuyen en la guerra, como es el caso de Francia, que tenía una política colonialista, en la que tenía el dominio de la gran mayoría de las colonias africanas, entre las cuales destacan: Marruecos francés, Argelia, África occidental, África ecuatorial y Madagascar; y parte de las colonias de las Indias como : Annam, Tonkin, Cochinchina y Cambodia.
Cuando Jaurès se refiere a “la política hipócrita de Rusia” habla del poder que implantaba el zarismo, siendo tan autoritario y dictatorial, intentando derribar el poder que formada por la burguesía y clases medias que luchaban por una política liberal; mientras que el campesinado, hambriento de tierras, se une a los partidos socialistas obreros, buscando la destrucción inmediata del zarismo, como el imperio Austro-Húngaro, que pretendía atacar a sus fieles aliados de Serbia.
Para terminar con su crítica hacia los países involucrados en la Primera Guerra Mundial, menciona a una “brutal Austria”, encargada de comenzar toda esta debacle que da paso al conflicto. Austria, que es considerado un imperio dictatorial y autoritario, preparado siempre para tomar parte de los países situados en los Balcanes, aprovecha su oportunidad al ser asesinado el Archiduque de Austria (por Gavrilo *Prinzip en Bosnia) y heredero al trono Austro-Húngaro.
Todas estas situaciones provocan las tensiones en las llamadas alianzas, que estaban listas para el combate ya que llevaban años (periodo de paz armada) preparándose para ello, esperando el momento adecuado para atacar.
En sí, el discurso es una llamada a las clases obreras, pidiendo la unión en cada uno de los países involucrados para imponerse frente a sus mandatarios, tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo, para no luchar por algo que a los ciudadanos en realidad no les incumbía y de este modo detener la que ya se vaticinaba como una gran rebelión de incalculable repercusión.
Esta fue la última carta que intentaron jugarse los partidos socialistas, buscando la unión popular, que claramente fue inútil, ya que días después Jean Jaurès fue asesinado, justo cuando estalló la guerra y la población, (hombres jóvenes en su mayoría) fue llamada a filas de combate.
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